Responsabilidad del farmacéutico
Responsabilidad del farmacéutico en la formulación magistral
De acuerdo con la normativa vigente, el farmacéutico debe actuar con la diligencia propia de un profesional de la salud. Si en el desempeño de sus funciones comete un error, ya sea por impericia, negligencia o imprudencia, puede ser considerado responsable tanto civil como penalmente por los daños causados a los pacientes. En este contexto, la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (LGDCU), en su Libro III sobre responsabilidad civil por productos defectuosos, establece el marco legal para reclamar por los daños derivados de productos, incluidos los medicamentos.
El principio de responsabilidad recogido en el artículo 135 de la LGDCU establece que los productores son responsables de los daños causados por defectos en sus productos. Además, el artículo 138 amplía esta definición para incluir no solo a los fabricantes, sino también a los importadores y aquellos que participen en la elaboración de productos defectuosos.
La normativa y la responsabilidad del farmacéutico
El Real Decreto 175/2001, de 23 de febrero, establece las Normas de Correcta Elaboración y Control de Calidad de Fórmulas Magistrales, las cuales son de obligado cumplimiento para los farmacéuticos que preparan estos medicamentos personalizados. Estas normas imponen un estricto control sobre la correcta identificación y uso de los principios activos empleados en las fórmulas magistrales, así como sobre la calidad del producto final antes de su dispensación.
Control de las materias primas en la elaboración de fórmulas magistrales
El farmacéutico tiene una serie de obligaciones previas a la elaboración de la fórmula magistral, que incluyen realizar diversos controles sobre las materias primas utilizadas. Entre estas responsabilidades se encuentra la verificación del origen de dichas materias, un periodo de cuarentena para garantizar su seguridad y un control de conformidad con los requisitos establecidos por la Real Farmacopea Española.
Específicamente, la normativa establece que en la comprobación del origen de las materias primas el farmacéutico debe asegurarse de que éstas cumplan con los criterios de pureza, identidad, riqueza y toxicidad. Estos controles son esenciales para garantizar que el principio activo sea el adecuado y no haya riesgo alguno para el paciente. La identificación de las materias primas no solo es una obligación normativa, sino un paso crucial para evitar errores de este tipo que pueden causar graves perjuicios a los pacientes.
La importancia del asesoramiento especializado
Casos relevantes, como el del omeprazol contaminado ponen de relieve la complejidad de las reclamaciones por responsabilidad civil y penal en el ámbito sanitario y farmacéutico. Ante la multiplicidad de actores involucrados (laboratorios, farmacéuticos, distribuidores) y la posible concurrencia de responsabilidades, contar con un asesoramiento legal especializado es crucial.
Un despacho con experiencia en reclamaciones de este tipo puede guiar a los afectados a lo largo de todo el proceso, desde la evaluación del caso hasta la interposición de las reclamaciones oportunas ante las autoridades competentes y los tribunales. El asesoramiento adecuado no solo permite identificar a todos los responsables, sino que también asegura que se sigan los procedimientos legales más eficaces para obtener una compensación justa por los daños sufridos.
Además, la intervención de abogados especializados es esencial para enfrentar la defensa de los derechos de los pacientes en asuntos de responsabilidad médica y farmacéutica, ya que suelen implicar cuestiones técnicas complejas y la interpretación de normativas específicas que regulan la elaboración, distribución y control de calidad de los medicamentos.
La responsabilidad del farmacéutico recae en garantizar la correcta dispensación de medicamentos, evitando errores en dosis, recetas o información inadecuada sobre su uso, efectos secundarios o interacciones, que puedan causar daños al paciente. Igualmente está obligado a realizar un adecuado control de calidad, para evitar la venta de fármacos caducados o en mal estado.
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